Hoy al llegar a los vestuarios de un centro deportivo que habitualmente utilizo después de entrenar. Tras ducharme andaba enredando en unos pensamientos algo decaídos por las sensaciones que había tenido durante el entrenamiento, estos pensamientos eran tales como : "hay que ver que mal me siento", "no noto mucha progresión y ya llevo varias sesiones...", "que agotamiento tengo y no he hecho nada". Todo esto es interrumpido bruscamente por la aparación en los vestuarios de un señor grueso en una silla de ruedas, de la que dependía pues le faltaba una pierna. Con una sonrisa de oreja a oreja saluda al señor que utilizaba la taquilla del al lado de la mía : "¿que pasa Antonio, que tal va eso?". Antonio se encontraba muy contrariado por que su mujer no le había puesto en la mochila las chanclas de ducha. Respondiendo a Juanito (que por el su corpulencia, bien podría ser Juanon): "Pues nada que me voy a tener que ir para casa, no me he traído chanclas". A lo que Juanito rápidamente le contesta, "si quieres yo te dejo una". Sonríe cómplice Antonio, y replica: "pues si es grande igual me entran los dos pies". Juanito, le da otra alternativa: y si lo prefieres para que no pises descalzo te llevo yo en la silla. Todo esto entre grandes carcajadas de los dos y la sonrisa que me sacaron a mi.
Toda esta escena que inevitablemente presencie a parte de cortar radicalmente mis pensamientos pesimistas. Me hizo recordar una frase de mi madre: "hijo, siempre hay que mirar hacia atrás..." y pensar en ella, no como un planteamiento conformista de "mal de muchos consuelo de tontos", sino de que siempre hay alguien mucho peor que tu que sale adelante con esfuerzo. Tenemos que apreciar lo que aveces nos pasa desapercibido por entender que es lo normal, como dos piernas para poder caminar, y afrontar con mayor optimismo nuestros contratiempos.
Jaroru77